martes, 17 de septiembre de 2024

La Creída de Lía Burkan, Gabriela Pirlo, Pocket Editorial, 2024

Esta es la historia de un proyecto largamente esperado y en el que invertí cientos de horas de dibujo, edición, arte, armado, escritura, mucho dinero y materia gris y que lamentablemente se malogró por la intromisión sin mi autorización de una correctora (de la que no quiero saber siquiera el nombre), correctora que ha alterado, suprimido y descompuesto por completo la esencia, espíritu y razón de este texto. 

Por supuesto me hubiese gustado hacer un artículo en el que estoy feliz y conforme de cómo quedó el libro. Pero no me ha sido posible escribir algo que me haga sentir mejor ni que mejore el resultado final de lo que es y ha sido, hasta la fecha, mi proyecto más personal y ambicioso y en el que se me han agotado las energías y el dinero para el resto de 2024. 

Les doy unos muy pocos detalles del libro: es ilustrado, posee 28 collages originales realizados por mí, un cuerpo textual que escribí hacia 1992 (con agregados escritos hace unos años); y pagué por su publicación como si fuese oro en polvo. Me hubiese salido más barato irme de vacaciones a Europa por 15 días, la verdad, tal es el precio que pagué por esta catástrofe. Pero mis insoportables ganas de verlo publicado, mi ego que no paraba de taladrarme la cabeza, y una suerte de narcicismo literario hicieron que ponga en marcha su publicación, cueste lo que cueste. 
Sinceramente, le tendría que haber hecho caso a un querido amigo, que habiendo leído el libro en pdf durante 2023, me dijo: "Gabriela, este texto es hermoso, distendido y muy entretenido, pero quizás no es para publicar".  Nacho: te tendría que haber hecho caso. Recién ahora me doy cuenta que La Creída Prosa de Lía Burkan debería haber quedado como proyecto, y que me hubiese tenido que limitar a compartirlo en pdf a conocidos y amigos. Y de paso, me hubiese ido a Europa y la hubiese pasado infinitamente mejor.

Ya sé qué me preguntarán, o lo intuyo: ¿pero quién autorizó o dejó que una señora correctora de la que yo no sabía siquiera existencia (prefiero tratarla con respeto, aún cuando destruyó mi libro) haga cambios de último momento en el texto alterando, borroneando, mamarracheando, tachando y dislocando todo aquello que con amor, dedicación y paciencia escribí? La respuesta es obvia, y lo dejo ahí. 

Tristemente, los cambios desastrosos introducidos por la correctora-destructora (quien también se atrevió a suprimir pasajes completos del texto) han transformado a mi libro en SU LIBRO. Yo no escribí eso que ella dice que sí escribí. Ella, por su cuenta y sin mi autorización, dio rienda suelta a sus ansias destructoras y engendró su propio texto mutante. 
Esta inmunda injusticia, y la falta de respeto total hacia mi obra, mi creatividad y mi esfuerzo, me ha decidido y convencido de que es hora que explore otras alternativas editoriales en las que me respeten, me tengan en cuenta y me escuchen. Este es un fin de ciclo, y de seguro que el ciclo que se abre de ahora en más será mejor y me dejará más conforme. 

Nobleza obliga decir que no tengo nada contra los correctores; antes al contrario, estoy muy conforme con el corrector de mi libro de no ficción, Horologium Redux Stargazer, publicado en 2023. Pero mis experiencias anteriores, fuera de este libro en concreto, no han sido satisfactorias sino frustrantes y muy negativas. ¿Casualidad? Pues no, no creo en casualidades. Hay un viejo chiste que se rumorea por ahí que dice que los correctores, en su mayoría, son escritores frustrados; y algo de eso hay, parece ser.

Para terminar: la trama, el desarrollo y el proceso del libro ya son un pasado del que no quiero hablar pues me pone mal y me hace llorar. 
Mi libro, y fundamentalmente yo, merecíamos otra cosa. 




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